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jueves, 9 de febrero de 2012

¿Servir o ser servidos?

Si no tuviésemos el petróleo, imagínense las fuentes de empleo productivo que tuviésemos que tener, para importar lo que no tenemos.

E imagínense el respeto que le daríamos a quienes sepan generar esos empleos productivos, en lugar de dárselo, por necesidad, a quienes hoy se dedican al gasto improductivo. 

E imagínense que con nuestros impuestos contribuyésemos a que el gobierno haga algo bueno, en lugar de que el gobierno hoy use nuestros impuestos sólo como una vulgar esponja, para recoger el exceso de liquidez que ha provocado con su abrumador gasto primario de nuestras resultas petroleras. 

He estudiado, trabajado y escrito muchos artículos relacionados con el sector turismo, por lo que me encanta oír hablar de nuevo con cierto ahínco, sobre las posibilidades económicas y de empleo del sector turismo. No obstante, eso hace necesario recordarle a los venezolanos, que el gustarles como turistas que le atiendan bien, no tiene nada que ver con el gustarles y saber atender bien al turista. 

Lo digo por cuanto no quiero que ni uno de los expertos turísticos del gobierno, quien sea el cacique de turno, se vaya a gastar uno solo de nuestros dólares, convenciendo al mundo del buen turismo que ofrecemos. Si nuestra oferta turística es buena, el mundo se enterará, y, si no, mejor que ni se enteren. 

Lo digo, por cuanto a menos que estemos hablando de uno de esos hoteles aislados del resto del país, como los de Cuba, donde el turista requiere casi un acto de fe para creerse en Cuba, el turismo requiere del apoyo de todo el país. 

Lo digo por cuanto a diferencia de las industrias encerradas en un galpón, y que básicamente pueden prosperar donde sea, si la mano de obra es capacitada y los sueldos competitivos, el turismo necesita el apoyo ilimitado de la nación. Un solo cacique, sintiéndose dueño del mundo, un solo militar engreído, un solo burócrata inepto, un solo malandro y hasta un solo ciudadano idiota, puede echar a perder millones de inversión en turismo. 

Lo digo por cuanto un poblado acostumbrado a pedir como el nuestro, debe cambiar mucho para estar en posición de ofrecer y de hasta aguantarles a algunos de los turistas, algunas de sus inevitables malacrianzas.

jueves, 25 de junio de 2009

Playas de Cuba

Cuando observamos una comparación entre los que no tienen nada y los que se ahogan en la abundancia, el ser humano, en su mayoría, por obra y gracias de Dios, tiende a sentirse mal ante la aparente falta de justicia… sin importarle las explicaciones, por válidas que estas sean.

Recientemente en una conferencia en Washington sobre Cuba, en este caso promocionada por quienes quieren levantar las sanciones de Estados Unidos contra Cuba, los organizadores del evento, por alguna extraña razón que no me incumbe, quizás la de demostrar las oportunidades de negocio que las empresas americanas se pierden, habían incluido entre el material informativo un lujoso folleto mediante el cual una afamada cadena hotelera española ofrecía sus 24 hoteles tipo spa todo incluido ubicados en bellas playas de Cuba.

En tal folleto, la cadena hotelera, cuidándose en salud, no incluía absolutamente nada que permitiese establecer una comparación entre lujo y pobreza en Cuba. Ilustrando todos esos exquisitos lujos comunes a ese tipo de experiencias-únicas, con la excepción de una sola foto, la de un músico añejo que en un carro igual cruzaba por el antiguo Malecón, el folleto pudiese haber descrito los hoteles en otro planeta. No obstante no pude evitar que me embargara una gran tristeza pensando en todo ese aprisionado peón cubano y que por simples ocurrencias de un Gran Hacendado autócrata nunca tuvo el chance de libremente vivir la ventana de oportunidad que le ofrecía su efímera vida aquí en la Tierra.

Leyendo el folleto muchas cosas más se me pasaron por la cabeza, de seguro varias de ellas facilitadas por mi desconocimiento de Cuba.

¿Y por qué el Gran Hacendado de nuestro país no llama al Gran Hacendado de Cuba, con quien comparte tantas ganas de entrometerse y le sugiere expropiar esos hoteles? ¿Acaso no son esas playas maravillosas recursos naturales tan valiosos como cualquier otro? Por supuesto que esos hoteles no son un Guantánamo o por lo menos sus respectivas gerencias no persiguen los mismos objetivos pero, si yo fuese un comunista pragmático, qué preferiría… ¿Que me devuelvan Guantánamo o agarrarme para mi hacienda los hoteles donde deleitan a extranjeros con langostas, guantanameras y sus cuando salí de Cuba?

¿Y por qué los Grandes Hacendados prefieren hacer negocio con los que presumen más finos, como son los europeos, en lugar de hacer negocios con sus propios peones? ¿Será por la necesidad de mantener a sus peones como sus peones que son, o será por el pavor que sienten a que sus peones aspiren ser unos hacendados como él? 

Estoy seguro que ese peón cubano que hoy pega su nariz a la ventana para ver qué hacen los ricos de afuera adentro, presiente que tiene hasta menos oportunidades de progresar que los peones que trabajaban para ese otro Gran Hacendado cubano de hace unos cincuenta años. Estoy seguro que a ese peón cubano de hoy le sigue provocando rabia, de la misma de antaño, el saber que los capataces reciben más, no por capaces, sino sólo a cuenta de doblar la cabeza y hacer maestrías en el arte de endulzarle el café y limpiarle el trasero al Gran Patrón.

Igualmente me recordé de una propuesta que hice en el Banco Mundial en el sentido que las islas cuyos principales recursos naturales son playas naturales deberían tener acceso a estadísticas que les permitiese analizar por ejemplo la cantidad de horas de trabajo generadas para la población local por kilómetro lineal de playa, para así establecer unas exigencias mínimas. Claro está, ese tipo de análisis económico sólo podría interesarle a quienes quieran sembrar playas o petróleo para el desarrollo de su país y no sólo buscan usar las playas o el petróleo de su país para enraizar mejor sus propias ganas de poder; algo que los Grandes Patrones siempre niegan haciéndose los tan inocentes y echándole así sal en las tantas heridas de sus desafortunados peones.

P.S. Feo, sucio, estúpido, maleducado, amargado…. y lo que se les ocurra, es ese alienado resentido quien no acepta conversar con un compatriota que opina distinto, para así poner su grano de arena en la construcción de nuestra Venezuela, mientras qué bello, pulcro, inteligente, respetuoso, simpático… y lo que se les ocurra, es ese orgulloso venezolano que siempre busca conversar con su compatriota, no importe de qué lado del río éste se encuentre. ¡Más nada!

 P.S. Envíenme más pares de adjetivos adecuados para el P.S. anterior que no sean vulgares.

jueves, 4 de noviembre de 2004

Demanda imparable

El Washington Post publicó la historia de un americano enfermo del corazón, a quien le presupuestaron un costo de 200.000 dólares por operarlo en los Estados Unidos. Al no tener el dinero, se fue a la India, donde por apenas 10.000 dólares, pasaje incluido, le implantaron exitosamente una válvula y además pudo visitar el Taj Mahal. Otro ciudadano en Canadá, que debía esperar tres años para operarse la cadera, le cotizaron 23.000 dólares en los Estados Unidos, pero también se decidió por la India y todo le salió por 5.000 dólares…dice el artículo que incluso fue recibido en el aeropuerto y alojado en un cuarto privado con internet. 

Simultáneamente leemos con frecuencia como se les hace cada vez más difícil a los países desarrollados cubrir los costos de sus promesas sociales, ante nada por los cambios demográficos, donde habrán más y más viejitos que cuidar… y para viejos vamos todos. 

Al igual que vemos personas con iniciativa, que deciden no permanecer en un país que no les ofrece posibilidades y emigran; los enfermos y las personas mayores, que no tienen como cubrir un costo de vida demasiado alto, resultan igualmente imparables cuando de repente se les presentan alternativas. Estas diferencias en costos siempre han existido, lo único es que ahora, gracias al internet, tenemos acceso a la información al momento, desde casa y a un costo cero. 

Lo anterior nos indica que habrá cambios muy importantes en la manera como se prestan los servicios personales a nivel mundial… y muchas oportunidades económicas para algunos países. No es que sugiera que el consumidor viaje por un corte de pelo, pero aún en este caso podría ser que el ahorro obtenido pueda financiarle una buena parte de su turismo. 

¿Y dónde quedará Venezuela? Lamentablemente, al encontrarse tan ocupada analizando su propio ombligo y como además resulta difícil mercadear servicios en un clima de conflictividad, lo más probable es que de nuevo perderá una posibilidad para diversificarse del petróleo. Otros países ya andan buscando como explotar mejor el negocio, dando facilidades de visa y exenciones de impuestos a todo retirado mayor de 60 años y, como la competencia no perdona, ya hasta juran por ahí, que a Venezuela no se puede ir. 

Enfermeras bilingües con acreditación internacional y médicos con especialización geriátrica son valiosos activos en este campo, pero como su formación toma tiempo, tendrían que empezar desde ya. 

jueves, 10 de abril de 2003

Aprendamos de Florencia

Con el perdón de los florentinos, su ciudad es como el Magic Kingdom del Renacimiento. El inagotable flujo de turistas, hoteles, los precios y las colas de las atracciones, comidas, souvenirs, todo hace pensar en quién se copió el modelo de negocio de quién, entre los Médici y Disney. En mi opinión, no sólo son los gelatos de Florencia más ricos sino que además, con la posible excepción de Goofy, el David de Miguel Angel y los frescos de Fra-Angélico le ganan por mucho a Mickey, Pluto y a los demás. 

¡Qué herencia le dejaron los Médici a su ciudad! La economía florentina siempre será fácil de manejar, ya que lo único que tiene que hacer su Mac Pato es fijar los precios de las entradas. La única nubecita puede ser la cantidad de inmigrantes ingleses, venezolanos, alemanes y otros, que buscan aprovecharse de la infraestructura…¿qué hubiera opinado Machiavello sobre entrar en la Unión Europea? 

Sabemos que nuestro país, con todas sus posibilidades, aún no ha logrado dar pie con bola para desarrollar su turismo y esto jamás lo resolveremos nombrando ministros, que se dedican a contratar campañas de publicidad o a visitar a Orlando y Florencia. No propongo que unos Médici sustituyan a nuestros gobernantes, eso lo podemos discutir otro día, pero mientras tanto podríamos copiar a los expertos. 

En tal sentido, y como en Florencia hace 500 años, donde usaban el sistema de concursos para asegurar las mejores propuestas artísticas para adornar la ciudad… hagamos un Gran Concurso. 

Un Gran Concurso para elegir un Gran Equipo y un Gran Plan para el desarrollo estratégico y manejo del sector turístico para los próximos 30 años con su estimación de costos y resultados. 

Un Jurado calificado debería elegir las tres mejores propuestas y someterlas a un gran debate público, televisado. A los perdedores se les entregaría un premio importante y a los ponentes de la propuesta ganadora se les encargaría de ejecutarla por 30 años contra un importante presupuesto anual, fijo, indexado y garantizado. 

Como los concursos públicos televisados cuentan con alto rating, puede que este concurso sirva además para crear puentes novos en nuestra dividida sociedad. 

La Catedral Santa Maria del Fiore duró mas de 100 años en construirse y por mucho tiempo, su Duomo se consideraba imposible de construir. Así que amigos, no perdamos la esperanza de encontrar un ingenioso Brunelleschi criollo para nuestro Helicoide.






jueves, 3 de enero de 2002

La bomba de oxígeno

Hace poco tuve la ocasión de comentarles sobre la adicción que tiene mi esposa por el jugo de naranja y hoy me referiré a otra, Margarita. Les aseguro que la Isla es para ella como una gigantesca bomba de oxígeno, a la que necesita recurrir cada tanto tiempo, a fin de lograr recuperar el equilibrio de vida que ella tanto necesita y que tanto necesitamos, mis hijas y yo, que ella tenga. Pero, en su adicción, no se encuentra sola, por las calles de Caracas deambulan miles de personas con una sola meta en la cabeza, retirarse a Margarita, lo más pronto posible.

Son quienes buscan escaparse de las tensiones de una metrópolis difícil, pero que, al contrario de un Di Caprio, no buscan algo perdido y lejano para aislarse del mundo, sino que ansían que su Playa los mantenga cerca de los suyos y de Venezuela. 

Son quienes siguen y discuten cualquier noticia relativa al desarrollo de su refugio, hasta con más ansiedad de la que pueden tener respecto de su actual residencia, ya que ésta es sólo temporal, mientras que la de Margarita será la final.

Son a quienes, si bien les interesa la evolución del turismo en Margarita, más importancia le dan al hábitat de la Isla y tiemblan ante propuestas de alcaldes creativos, como la de construir un bulevar de concreto en Playa Guacuco.

Son quienes en cada nuevo proyecto de construcción, ven la posibilidad de otro esqueleto sin terminar, que por décadas afeará la Isla, de allí que exijan que cada proyecto, antes de iniciarse, presente una fianza de fiel cumplimiento.

Son quienes con sus pagos de derechos de frente, condominio y facturas eléctricas, a tarifas de temporadistas, ayudan a mantener la Isla, sin derecho a voto. 

Son quienes saben que no existe otra isla en el mundo que presente esa mezcla ideal de naturaleza y humanidad, capaz de alcanzar el punto de perfección, con la sola presencia del interesado.

Comparto plenamente el sentimiento de mi esposa por Margarita, aún cuando en mi caso particular, entenderán que me resulta más productivo hablar de una adicción por ella y seguirla a donde vaya. Tan es así que, habiendo observado la actitud tanto más favorable y positiva de quienes visitan a Caracas, que la de quienes viven en ella, hace un año decidimos adelantarnos a los acontecimientos y nos “residenciamos” en la Isla... aunque llevamos once meses visitando nuestras hijas en la capital y viviendo en nuestro nuevo “pied-à-terre” caraqueño, que por casualidad es nuestro viejo apartamento.

Para nuestra suerte, el mundo globalizado todavía nos permite una semanita “en casa”, ...en nuestra PLAYA.

PD. A quienes nos visitan en estos días les ruego que aprovechen para ver en Porlamar lo que unos héroes están construyendo para cruceros turísticos, el Puerto de la Mar, un Señor Portal de entrada a Venezuela. Si les cuento que el apoyo unánime que debería tener tal proyecto se diluye por quienes consideran que “instalaciones” como las de Guamache son suficientes para recibimientos dignos, entenderán que en “L´aila”, también sufrimos de mentes de pollo.



jueves, 10 de mayo de 2001

Políglotas Margariteños

¿TE CUENTO LA HISTORIA? Muchos hemos respondido con un sí a esa pregunta, cuando la formulan esos vivaces y dicharacheros niños, que se ofrecen como guías, en la isla de Margarita. Muy pronto en Puerto de La Mar, el puerto de cruceros de Margarita, se iniciarán cursos para que decenas de jóvenes, cual superguías globalizados, reciban en varios idiomas a miles de turistas.

La meta es que cada uno de ellos, folclóricamente trajeados y supervisados, aprendan a narrar diez asuntos relacionados con Venezuela, en tres minutos por tema, en siete idiomas, incluyendo alguno exótico y todos con un pronunciamiento impecable. El sueño es formar los baquianos que ayuden al país a encontrar un rumbo por la senda del turismo.

¿Puerto de La Mar? ¿Un puerto de cruceros? ¡Pues sí! Permitiéndome parafrasear lo de Margarita en el Caribe, no hay duda de que este puerto es casi el secreto mejor guardado en Margarita. El otro día lo vi y simplemente no lo podía creer. Los que conocen de mi entusiasmo por el turismo y por Margarita, sabrán lo feliz que estoy.

Especialmente feliz ya que, en lugar de ser un proyecto turístico cobarde , de los que se amparan en explotar la naturaleza virgen, es valiente por cuanto al abrir las puertas a nuestro país sobre el bulevar Guevara, en Porlamar, también ayudará a reconstruir áreas deprimidas y deprimentes.

Especialmente feliz porque creo que los promotores, grupos privados y la Alcaldía, con el apoyo de la Gobernación y demás autoridades, están conscientes de que el reto no es sólo el construir con vigas y concreto, el reto es con creatividad y cariño, buscar aquellos equilibrios externos e internos, que un proyecto como éste requiere. En lo externo, el equilibrio turístico se consigue en ese justo punto donde lo desconocido se encuentra con lo conocido, en otras palabras, donde el turista siente que se encuentra en un lugar nuevo, fresco e interesante, que le amplía sus perspectivas, pero no le crea inseguridad. Ello resulta de especial importancia para el turista de cruceros, tan conservador que ni siquiera pernocta, pero que cuando le gusta, se sabe que regresará buscando la experiencia total.

Si el equilibrio externo es difícil de lograr, aún lo es más el interno. Un puerto de cruceros, como entrada al país, debe lograr retener los suficientes atractivos y puntos de venta que justifiquen su propia inversión, pero debe simultáneamente evitar convertirse en una odiosa alcabala, que lo enemistaría tanto con el turista como con la comunidad. ¿Cómo lograrlo? No hay una sola respuesta, pero lo básico es que exista la conciencia del problema y, en este caso, la hay. Una comisión autónoma de puerto, que representa los variados intereses, es una de las opciones.

Pero, volviendo a nuestros baquianos políglotas-diplomáticos en formación. ¿De qué van hablar? Bolívar a caballo, la vida de Luisa Cáceres de Arismendi, Humboldt y la Gran Sabana, Simón Díaz y la tonada, la orimulsión y el ibis scarlata son sólo algunos de los temas, pero aceptan sugerencias.

El Puerto de La Mar pronto abrirá otra puerta de Venezuela al mundo. Pero antes, con orgullo, debemos abrirle a esa iniciativa la puerta de nuestros corazones y darles nuestro apoyo. Para quien tenga acceso a Hugo, por favor ruéguele, que venga para que le cuenten la historia, y para que vea el futuro.



martes, 15 de agosto de 2000

La Isla de Margarita que yo quiero

Siguiendo con una serie de artículos en donde confieso mis deseos para con la evolución de la economía de Venezuela, hoy le ha tocado el turno a mi querida Isla de Margarita. 

Antes que nada, debo declarar que soy un fiel creyente de que el único modelo económico relevante para Venezuela es el que reconoce que el país seguirá recibiendo por muchas más décadas considerables ingresos petroleros, lo cual probablemente mantendrá la cotización del Bolívar fuerte, haciendo de nuestra Venezuela un país relativamente caro - y forzando a Margarita a ser lo que merece ser - una Isla con clase y categoría. 

La Isla de Margarita que yo quiero, es una isla que tiene la suficiente confianza en sí misma como para iniciar la búsqueda de un turismo de la más alta categoría, dejando a otros que se encarguen del repele del turismo internacional, que busca precios tan bajos, que no alcanzan ni para ofrecerles una comida decente. 

La Isla de Margarita que yo quiero, tiene suficiente poder de convocatoria para exigir que la misma sea servida adecuadamente por las principales líneas aéreas del mundo - hasta tal punto que incluso, de ser necesario, logre redireccionar todos los vuelos internacionales hacia Porlamar. Lo anterior se logra bien mediante incentivos (jet-fuel sin impuestos y al costo para toda aeronave que aterrice en Porlamar) o a la fuerza (línea que no vuele a Porlamar, tampoco va a Caracas). 

La Isla de Margarita que yo quiero, conoce que el turismo no especializado no rinde frutos y busca ocupar segmentos del mercado, donde logre crear ventajas comparativas o, como en el caso de Playa El Yaque, donde la naturaleza misma ha señalado como target el segmento del windsurfing. 

La Isla de Margarita que yo quiero, tiene suficiente inteligencia como para aprovechar activos tales como el Centro Médico Nueva Esparta (CMNE), que es un lugar ideal para desarrollar una experticia en el cuidado médico de la tercera edad, vía convenios con universidades y grandes empresas especializadas. Una vez alcanzada esta meta, la Isla se adecuaría perfectamente para construir la infraestructura necesaria, que permita acometer planes tan ambiciosos como el de ubicar, durante los seis meses invernales, a decenas de miles de jubilados de los países desarrollados. Esta propuesta no puede considerarse como utópica dentro de las nuevas realidades de geopolítica global. 

La Isla de Margarita que yo quiero, le molesta saber que en un mes como Enero del 2000, 54 cruceros anclaron en la Isla de Saint Martin, permitiendo que alrededor de 95.000 pasajeros y de 39.000 tripulantes bajasen a visitar, conocer, comprar, comer, beber y, en general, ayudar a colocar en el mapa turístico mundial, a una isla menos merecedora que Margarita. 

La Isla de Margarita que yo quiero, no permite que Venezuela se encuentre asociada a un Caricom, cuando en casi todos los países del Caribe, en sus respectivos mapas turísticos, no aparece ni siquiera mencionada nuestra bella isla. 

La Isla de Margarita que yo quiero, no se da por satisfecha con un apoyo turístico oficial, que sólo busca capturar el turismo externo, enviando a los funcionarios de turno a las distintas ferias internacionales. 

La Isla de Margarita que yo quiero, acomete planes promocionales creativos, cónsonos con su clase, tales como, por ejemplo, estableciendo estudios de grabación audiovisual con calidad mundial, que atraigan estrellas de nivel mundial y con ellas, la indispensable cobertura de los medios. 

La Isla de Margarita que yo quiero, tiene una dirigencia que no permite que ocurran hechos como la privatización de su sector eléctrico, donde el cheque por US$ 63 millones, que se obtuvo por su venta fue disfrutado (o mejor dicho, despilfarrado) por el gobierno central de Caracas, siendo la única contraprestación recibida por la isla, la de una estructura tarifaria alta, ya que al no contar tampoco con un cable submarino, no puede disfrutar de la económica hidro-electricidad del Guri, de la que en cambio sí va a gozar Brasil. 

La Isla de Margarita que yo quiero, sabe que el futuro de sus hijos depende de un esfuerzo conjunto y por lo tanto establece un código turístico que contempla severos castigos a toda infracción que atente en contra de sus objetivos. 

La Isla de Margarita que yo quiero, ofrece cursos gratis de idiomas extranjeros a todo residente que así lo desee. 

La Isla de Margarita que yo quiero, aplica la actual Ley del Ambiente para obligar a la demolición, a costa del promotor, de toda obra y proyecto inconcluso que afea la Isla. 

La Isla de Margarita que yo quiero, no permite que en la ruta hacia su aeropuerto, la marca de cigarrillos más favorecida por su población, promueva destinos distintos y foráneos, como Punta de Cana. 

La Isla de Margarita que yo quiero, no permite la creación de nuevos impuestos. La sola excepción sería de conformarse una nueva variante del turismo aventura - el turismo de la evasión fiscal –que otorgaría certificados de evasión a los turistas europeos que se sienten fiscalmente agobiados, quienes además tendrían el aliciente de comprar gasolina a su precio real, sin los 400% de impuesto a que están acostumbrados. 

La Isla de Margarita que yo quiero, sabe que debe ser la puerta de entrada a todas las demás ofertas de turismo en Venezuela. 

La Isla de Margarita que yo quiero, es capaz de convencer a los venezolanos, de que su desarrollo como Nación, depende del éxito de Margarita. 

La Isla de Margarita que yo quiero, es capaz de convencer a los margariteños, de que su desarrollo como pueblo, depende de su propio esfuerzo.

Publicado en El Universal el 15 de Agosto de 2000








jueves, 13 de enero de 2000

El Crucero Petrolero

En Diciembre de 1999, en Inglaterra, la gasolina premium sin plomo se vendía en Bs. 763 por litro. De acuerdo a su Asociación de Expendedores, de ese precio, al productor, quien sacrifica un recurso no renovable le toca Bs. 118 al distribuidor Bs. 37 para el y al Fisco Inglés por concepto de diversos impuestos Bs. 608 por litro, el 80%.

A sabiendas que el valor de algo es lo que el comprador esta dispuesto a pagar, queda claro que para el caso anterior, el productor del petróleo solo logra extraer una mínima porción de su valor, el 16%. Esto debería obligarlo a tomar ciertas medidas. La primera, la mas obvia, es protestar y pelear contra los impuestos, que de manera discriminatoria y confiscatoria, aplican la mayoría de los países consumidores al petróleo y sus derivados. En el sentido anterior hago lo que puedo por medio de una asociación llamada Petropolitan. 

Hoy deseo referirme a otras posibilidades de extraerle mas valor al petróleo.

En un documental oí mencionar que el consumo de petróleo de un crucero grande, en plena travesía del Atlántico, representaba un costo de US$ 80.000 por hora. No se en que fecha se hizo el documental - pero es indiscutible que el costo del petróleo debe ser de importancia vital, tanto para cruceros como aviones.

Interesado en la materia logre obtener una copia de un reporte que indica con nombre y fecha todos los cruceros que habrán de visitar una isla caribeña en el mes de Enero del 2000. Con la ayuda de una Guía de Cruceros me dedique a estudiar la lista y obtuve los siguientes resultados.

En Enero de este año 54 cruceros llegaran a Saint Martin, algunos de manera repetida. Estos cruceros representan una capacidad básica de 92.846 pasajeros (2 por camarote) y cuentan con un total de 39.345 tripulantes. Al visitar una isla la conocen, compran, beben, se reabastecen y en general ayudan a colocar a la isla en el mapa turístico.

A nivel mundial la industria de cruceros representa mas de 8 millones de paquetes turísticos vendidos al año (5.5 millones en Estados Unidos) y funciona en base a una flota de casi 300 barcos y de los cuales 85 tienen la capacidad de acomodar a mas de 1000 pasajeros.

Me pregunto si no seria posible en base al uso inteligente del petróleo lograr introducir a Venezuela con fuerza en este mercado y así lograr obtener un rendimiento superior al que actualmente logramos vendiendo el petróleo como tal.

Un convenio donde - a todo crucero que toca dos puertos venezolanos - se queda un mínimo de 6 horas en uno y 18 horas en otro, tendrán el derecho de reabastecerse con combustible, a un precio preferencial no mayor al costo marginal de producción, en cantidades de acuerdo al numero de pasajeros.

Por supuesto que con petróleo preferencial no se garantiza el éxito. Sin duda se necesita que el pasajero desee venir a Venezuela pero estoy seguro de que un plan como el indicado, que reciba una buena acogida por parte de las empresas propietarias de los cruceros y que se establezca de manera irrevocable por un periodo de diez años - inmediatamente produce las inversiones y la especialización requerida para que Venezuela de verdad pueda competir.

No creo que nadie en el resto del Caribe objetaría un programa como el presentado ya que lo único que puede resultar de el es un incremento en toda la actividad turística del área y que beneficia a todos.

Las posibilidades de extender el beneficio petrolero al sector de la aviación también existe - y lo cual me deja visualizar planes tales como vuelo de Nueva York a Porlamar - estadía en un hotel una semana - y regreso en un crucero.

Un empleado del sector, al referirse al hecho de que algunos cruceros, durante el invierno, centraban su actividad en Miami en vez de Canadá, se refirió a este hecho como "a shot in the arm for the Miami economy". No deseo exagerar el posible impacto de un programa como el descrito pero creo que puede ser una formula para lograr obtener un mayor valor económico del petróleo y al mismo tiempo combatir su baja capacidad de generar empleos. Si la economía de Miami necesita un "shot in the arm" como no la necesita Venezuela.

Con nuestra ubicación geográfica, petróleo y voluntad Venezuela puede convertirse en la capital sureña de los cruceros del Caribe. Por supuesto que se puede lograr esto sin el petróleo pero, a cuenta de que hemos de renunciar a una ventaja comparativa.