Hemos recibido noticias desde Italia sobre la demolición del famoso hotel Fuenti, que ubicado sobre la bella costa de Amalfi, se había convertido en un símbolo de lo que allá se conoce como el "abusivismo ambiental", o por lo menos esos son los términos indicados por el traductor automático que uso al navegar las paginas italianas del Internet. Estoy seguro que para todos aquellos interesados, o en el derecho administrativo o en el estudio de la sociedad italiana, el caso debe resultar apasionante. Solo para comenzar, el proceso duro casi 30 años.
Ordenar la demolición de una construcción de 34.000 m2 de concreto armado no es una cosa menor, en ninguna sociedad. El como lograr que dichas medidas se decreten para que efectivamente se pueda defender los derechos ambientales de la sociedad y del individuo y sin que se transforme en un "abusivismo legal" es un reto a la imaginación.
Estoy seguro que la mayoría de los lectores, sin sentir una necesidad de profundizar mas en este caso, tienen, como yo, la absoluta certeza de que cualesquiera sean las normas legales que los promotores del Fuenti hayan violado, que existen y existirán miles de casos que evidencian peores violaciones, pero que nunca habrán de sufrir consecuencias tan radicales.
Pero de igual manera no creo que mis lectores, como tampoco yo, habrán de derramar muchas lagrimas sobre la eventual injusticia que se haya podido cometer para con los dueños de Fuenti. La explicación de lo anterior se sitúa en lo que pudiésemos llamar un alto Indice de Contaminación Visual (ICV) para Fuenti.
Para entender el ICV, imaginémonos un puntaje por la fealdad de la obra construida, 10 puntos para lo mas feo hasta 1 para lo menos feo, y un puntaje para la relevancia o belleza del lugar de construcción, desde 1 punto para un sitio insignificante hasta 10 puntos para los sitios mas bellos y relevantes. Al multiplicar los dos puntajes se obtiene el ICV. Para Fuenti con un 8 por obra fea, multiplicado por un 8 por ubicación bella e importante se obtiene un ICV de 64, aparentemente suficiente para una condena.
¿Suena fácil y justo? No se ilusionen ¡Traten de lograr que dos italianos se pongan de acuerdo en un puntaje de belleza y un puntaje de relevancia!
En Venezuela espero que el caso de Fuenti sirva de fuente de inspiración para comenzar afrontar los serios problemas de contaminación visual que tenemos y entre estos, las tantas obras inconclusas que afean a la Isla de Margarita.
En Playa el Angel, en Playa Guacuco, en Playa Dondesea, se observa todo tipo de construcciones a medio terminar, cuan esqueletos dinosauricos, que insolentemente se creen tener el derecho de afear, a cuenta de haber sufrido un percance, financiero u otro, durante su construcción. De la misma manera en que se le exige a un avión aprovisionarse de suficiente combustible para llegar a su próximo destino, de esa misma manera, se le debería exigir a un proyecto de construcción el tener los recursos que permita completar su ejecución.
Al estudiar un algunas de las leyes que regulan la materia, por ejemplo la Ley Orgánica de Ordenación Urbanística, se encuentra todo numero de articulados que obligan, por una razón u otra, a la paralización de las obras. Sorprendentemente, en dicha ley, no hay ni una sola palabra que se refiera a la obligación de terminar una obra iniciada. Claro esta que al considerar que las leyes son redactadas por los políticos y que estos no se destacan justamente por terminar lo que ofrecen, alguien pudiese objetar el uso del calificativo de sorpresa.
Aun cuando considero peligroso adentrarnos en el camino de la demolición de obras, basados por ejemplo en una contaminación visual, creo muy factible desarrollar una buena normativa para el caso de las obras inconclusas. Por supuesto cualquier ley que en tal sentido se redacte, debe garantizar a los afectados, los plazos (años no décadas) necesarios para desarrollar sus alternativas de acción.
En la misma categoría que las obras inconclusas, habría que analizar aquellas que por no usarse o por simple descuido, se encuentran altamente deterioradas. Conocemos la reciente moda que indicaba como "chic" unos huecos en los blue jeans y de igual manera hay edificaciones que usan materiales descubiertos para, a veces con mucho éxito, darle un carácter rústico a las superficies. No obstante, cuando sobre una vía de alto desarrollo turístico, observamos fachadas que se caen, por lo sucias y malas que están, no necesitamos de una formula matemática para asegurar que algo anda mal y exigir algún remedio.
Día a día, los aspectos relacionados con la defensa del ambiente cobran mas importancia. Para una isla como Margarita y que debe enfrentarse a una competencia cada vez mayor, el evitar la contaminación visual, resulta vital.